Salud financiera es un concepto que se refiere al equilibrio entre ingresos, gastos y ahorro. La consigna inicial para tener buena salud financiera es gastar menos dinero del que ingresa. Es importante entender lo que tenés, cómo lo utilizas, en qué se gasta y si hay capacidad de ahorro. 

Es recomendable armar un presupuesto mensual, identificar los gastos y calcular el dinero necesario para cubrirlos. Si los ingresos son suficientes para afrontar los gastos, las finanzas están ordenadas. Si no lo son, hay que revisar si los gastos pueden reducirse, o evaluar la posibilidad de tener un ingreso extra. 

Si los ingresos son mayores al dinero necesario para cubrir los gastos mensuales, el resto podrá destinarse al ahorro. Es fundamental incorporar el concepto de ahorro como parte de las finanzas personales. Lo recomendable es destinar un 20% de los ingresos al ahorro. Si no es posible llegar a este valor, está bien ahorrar aunque sea en menor medida. Lo importante es incorporar el hábito de separar parte de los ingresos para reservar dinero destinado a gastos de emergencia, o a algún objetivo específico, como puede ser un viaje o una compra importante. 

Incorporar estos hábitos, y ser conscientes de la situación financiera, permite a las personas tomar mejores decisiones con su dinero y ganar tranquilidad. 

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