Se trata de dos términos que suelen confundirse, o bien utilizarse como sinónimos. Si bien ambos tienen que ver con compromisos de pago, no son lo mismo. 

El término “deuda” se refiere a toda obligación de pago que asume una persona. Por ejemplo: las compras con tarjetas de crédito. Los consumos que hace una persona mes a mes con la tarjeta son deudas que deberá pagar al mes siguiente. Esto es algo habitual en la conducta financiera de una persona, siempre y cuando esos consumos, esas “deudas” que asume, estén dentro de su capacidad de pago y sean abonadas en término con las fechas de vencimiento. 

Ahora bien, ¿qué sucede cuando las deudas no son abonadas a término? En este caso, la persona entra en “mora”. Significa que ha pasado la fecha de pago del vencimiento y no se ha pagado la deuda. La mora son los días que comienzan a transcurrir con la deuda impaga luego del vencimiento. Este es un escenario no recomendable porque, en la medida en que se acumulen días de mora, la deuda irá aumentando con intereses que se empezarán a cargar sobre el monto adeudado. Esto puede suceder tanto con los consumos de tarjetas de crédito como con los servicios, como la luz, el gas, el agua, también con las cuotas de cursos o clubes, los pagos de los seguros, etc. En el caso que la mora acumule cierto periodo de tiempo, podría llegar incluso a la baja del servicio por falta de pago. 

Por eso, es importante conocer la capacidad de pago personal, para poder tener control sobre el nivel de endeudamiento que una persona puede afrontar. Es imprescindible tener una rigurosa conducta de pago, y ser conscientes de las posibilidades para hacer frente a los vencimientos, pagando en término la totalidad de las deudas asumidas, para no incurrir en mora y mantener una buena conducta financiera.

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